Ya No Estoy Aquí: Análisis (CON SPOILERS). Parte 2
junio 17, 2020La raíz de la polémica
Hace unos días, hablamos de la película mexicana Ya No Estoy
Aquí, la cual ha generado tantas críticas positivas, como polémica entre los
mismos habitantes de Monterrey, quiénes afirman hasta sentirse ofendidos por la
representación que el filme les da a los habitantes de esta ciudad.
A la par que empezaba a enterarme de estas quejas, tuve la
suerte de conocer a través de internet a una chica habitante de esta zona, y
quien con amabilidad me dio una extensa explicación sobre la situación social
que existe en México, pero particularmente de Monterrey. Esta conversación no
solo fue fructífera para entender el contexto de la negatividad hacia la
película, sino que me ayudó a conectar al filme con un movimiento
cinematográfico italiano, del que hablaremos más tarde.
Por ahora, ¿en qué residen estas críticas hacia el
largometraje? México es un país donde el clasismo está muy latente, como sucede
en muchos países latinoamericanos, y en donde la grieta entre el proletariado y
la clase alta es muy notoria. Pero en el caso de Nuevo León, -el estado donde
se encuentra Monterrey-, el sustento económico que se aporta es más grande en
comparación a otros estados, a través de una gran cantidad de fábricas e
impuestos más elevados.
Las consecuencias de esto, y un perfecto ejemplo de la
grieta mencionada, es que en el área metropolitana a Monterrey, se ubica el
municipio de San Pedro; zona donde los estándares y calidad de vida, es
altísimo. Y, ¿qué pasa cuando dos sectores sociales completamente diferentes
chocan entre sí?, se forman los estigmas y los prejuicios sociales.
El problema no es que ciertos habitantes no se sientan
identificados con lo que vieron en la película, pues esto es algo normal, cada
uno crece en su propio entorno y con su propio estilo de vida. La verdadera
problemática comienza cuando un sector específico y con más privilegios y
oportunidades se siente avergonzado de admitir que conviven con gente cuyo
estatus social y cultura consideran “inferior”. Niegan su representación en los
medios audiovisuales, porque prefieren perpetuar su marginalización antes que
visibilizarlos, aceptarlos y entender que ellos también existen, y que su
estatus social no rebaja su valor ni como personas (algo que nadie debería
cuestionar nunca), ni como cultura.
Lo que hace mal Ya No Estoy Aquí, de acuerdo a los
testimonios de diversas personas, es que su representación de la ciudad
mexicana no es acertada, y prefieren recordar a Monterrey como un hogar de
adinerados, de gran valor económico, sin aceptar de ninguna manera que la gente
de clases marginadas también existe, también tienen grandes historias que
contar, y también merecen su espacio para hacerlo.
Características compartidas con el neorrealismo italiano
Sabiendo esto, me doy cuenta de que la película posee
algunas características del neorrealismo italiano. Este movimiento, como su
nombre lo indica, nace en Italia durante la época del fascismo, y la Segunda Guerra
Mundial. Dos tipos de filme se manifestaban en ese entonces; el llamado
teléfono blanco, donde se mostraba a personas de la alta clase y viviendo en
una Italia donde la pobreza y el conflicto bélico parecían no existir; y el
neorrealismo, que intentaba retratar la realidad que no se veía en las películas
del primer caso. Usualmente y a diferencia de su contraparte, se mostraban críticas
sociales, o al menos, se intentaba mostrar la verdadera realidad italiana, y
para lograr su cometido, algunos directores usaban gente común, del día a
día, en vez de actores con formación profesional.
Ya No Estoy Aquí hace eso mismo. Toma rostros desconocidos,
sacados de los barrios de Monterrey, y los utiliza para demostrar una situación
en el país de México que afectó a muchos, pero con naturalidad y mayor veracidad
posible. No nos muestra una tierna e inspiradora historia sobre jóvenes enamorados,
sino que se mete zonas marginales donde la violencia y la droga afecta miles de
vidas, muestra esa cara que la sociedad muchas veces se niega a ver, la cara de
miles de jóvenes como Ulises; abandonados por un sistema que solo los recuerda
a la hora de conseguir votos.
Se aleja de un estilo de cine que es popular en México; las
comedias románticas donde el protagonista, de aspecto impoluto, tiene una vida
pudiente y feliz en un país donde parece que la pobreza no existe, para
contarnos una historia real. No se trata solo de entretener, sino hacerte
pensar. Y quiero hacer un paréntesis, no quiero dar a entender que las
películas hechas con el fin de entretener son malas, sino apuntar que, tanto
como ocurría en la Italia fascista, se filtran ciertos aspectos sociales
desfavorables en el cine comercial.
Punto por punto
Pero incluso teniendo estos tintes tan políticos, mencione
en la review anterior que la verdadera trama de la película es la identidad. Y
obviamente nuestro contexto social y político es una parte importante de
quienes somos. La cultura Cholombiana, o Kolombia, nace en los barrios
marginales como un movimiento contracultural cuya raíz es la música. Un elemento
que es muy importante en la película, pero también en la vida misma.
Muchos grupos urbanos nacen gracias a la música, ya sea
rock, pop, metal, cumbia, k-pop, etc. Y eso a su vez nos lleva a tener
amistades, parte del entorno que también nos moldea, formando lo que somos. Y todo
esto, todo lo que a Ulises lo representa, es lo que tiene que dejar atrás
cuando es obligado a escapar a Estados Unidos.
No se trata de un simple detalle lo que aparece al inicio de
la película. Esa definición, y el momento donde al protagonista le regalan el
reproductor de música que planeaban ahorrar entre todos para conseguir, es lo
que marcará el resto del filme, de principio a fin.
La primera es la pelea que sucede con su compañero de cuarto,
en donde se nos marca un patrón que si prestas atención podrás notar, se repite
a lo largo del largometraje; Ulises intenta ser el mismo, actuar de acuerdo a
su identidad, expresando quién es él, tan solo para que el mundo le recuerde
que ya no está en su hogar. En este caso, esto sucede cuando él pone la música
que tanto lo acompaña; la música de los Kolombia. Las chicas bailan con él, se
comienza a formar una atmósfera que, si bien recuerda a sus días en Monterrey,
se siente incómoda y fuera de lugar. Abruptamente la música se detiene. El
compañero de cuarto decide volver a poner música electrónica, lo que
desencadena en una pelea que terminará con Ulises sin hogar, y con una paliza.
Esto no sucede una sola
vez, sino que volvemos a verlo cuando tiene la idea de bailar para conseguir
dinero. Primero, un hombre le grita en el metro que se detenga, literalmente a
la cara. Y luego un policía que, si bien intenta explicarle amablemente qué necesita
un permiso, Ulises no lo entiende, y termina gritándole un mal pronunciado “Fuck you”, mientras sale corriendo.
Además, esta escena me viene perfecto para introducir otro
elemento que si bien es esencial, quizás podría haber sido mucho mejor explotado.
Hablamos del idioma. Mencioné en la primera parte que este elemento funciona
como una hipérbole sobre la ineptitud de Ulises a la hora de comunicarse. Es la
expresión máxima de la soledad; el no ser capaz de hablar con nadie, porque
nadie te entiende. Y no solo en el sentido literal. Vemos como se burlan de su
cabello, de su ropa. Sus compañeros de cuarto lo molestan constantemente. Su madre
no le deja volver, ni puede hablar con sus amigos. Está solo. Lo único que le
queda es su reproductor de música.
Pero entonces, llega un rayo de luz que pareciera darle al
personaje un respiro de tanto aislamiento; Lin. Lin es un personaje dulce, amistosa,
y podemos asumir que con dificultades para adaptarse al igual que Ulises. Esto
podemos descifrarlo en la escena anterior a la fiesta, cuando ella le dice
emocionada que unas chicas de la escuela “que no le hablaban, pero ahora sí”,
los invitaron. Quizás, y haciendo algunas especulaciones, Lin ve en Ulises un
reflejo de ella misma; un extranjero que le cuesta adaptarse, y esto los lleva
a formar una especie de amistad que pareciera tener la posibilidad de
convertirse en algo más.
Al menos hasta que las cosas empiezan a enfriarse entre ellos. Por ejemplo, cuando Lin va a preguntarle si ganó dinero bailando, este no quiere hablarle. Una vez más, se siente aislado, y ni siquiera la amabilidad de la joven podrá sacarlo de la melancolía. ¿Cómo notamos esto? Pues, fijémonos en la iluminación; esta se centra únicamente en Ulises, mientras que Lin está en la oscuridad, donde apenas podemos verla. Es un momento donde él solo quiere deshacerse de ella, y si bien podemos excusarlo en que ella le habla en un mal momento, las cosas no irían a mejor.
Para los que no sepan, Fragmentado trata sobre un hombre que
posee unas 24 personalidades distintas. Este, obviamente, no es el caso de
Ulises, pero nos permite entender que existe una crisis muy grande en lo que
concierne a su identidad. No sabe si dejar todo atrás, si cambiar, o si mantenerse
fiel a sí mismo. Se siente perdido, y… dividido. Ya no sabe quién es él. Y
entonces se escupe, escupe a su reflejo. Es un escupitajo de frustración, de
cansancio. O quizás se siente asqueado consigo mismo por dudar de quién es, o
por no poder adaptarse. No podemos saber que pasa dentro de su cabeza, tan solo
suponerlo.
Minutos más tarde, cuando sale del baño, encuentra a Lin
intentando bailar twerk junto con su nueva amiga, y es en este momento no puedo
evitar hacer un paralelismo con la forma en la que ella y Ulises se hicieron amigos.
Lin lo ve bailar mientras este limpiaba la terraza del negocio de
su abuelo, y entonces se interesa por él y por su estilo. Pero ahora no es al
estilo Kolombia el que intenta replicar, sino un estilo más propio del lugar en
el que se encuentra. Vemos a una Lin adaptándose a otro tipo de cultura,
logrando encajar en el mundo en el que Ulises se siente tan rechazado, y que él
rechaza como respuesta.
Y este es básicamente el final del arco entre los dos
personajes. En la última escena juntos, él la va a buscar a casa, pero ella le
cierra la puerta. Honestamente me pareció un desenlace demasiado abrupto para
lo que habían armado, y que no da muchas explicaciones más que las que acabamos
de explicar. Nos da a entender que ahora que Lin tiene nuevas amigas, ya no
necesita a Ulises en su vida, lo que para mi no corresponde a la personalidad
de este personaje. Pero quien sabe, quizás haya un mensaje más profundo del
cual no me estoy dando cuenta, y que abajo en los comentarios tienen la oportunidad
de esclarecerme.
Ahora, hay muchos detalles, planos y situaciones que no he
descrito, como por ejemplo el personaje de Gladys. Pero ya siento que la reseña
es muy extensa, y quiero darme un momento para hablar sobre el final.
Otra característica del neorrealismo Italiano es que no hay
finales felices. Ulises finalmente decide que no puede adaptarse, el
sentimiento de pertenencia es muy fuerte y sus raíces están muy arraigadas a su
cultura, por lo que decide volver a su ciudad natal, donde, aún en peligro, tenía
la posibilidad de ser él mismo. Pero para su desgracia, la ciudad en donde
vivió tampoco era la misma. Las pandillas ahora están muy vinculadas al
narcotráfico, y la guerra ha empezado. Ni siquiera sus amigos son los mismos. A
lo lejos, el protagonista observa su viejo hogar mientras un grupo de patrullas
policiales se dirigen hacia un bloqueo realizado por manifestantes. Él comienza
a bailar, la música de los Kolombia, su música. Se abstrae en su mundo, en su hogar.
Suena un pitido, la batería del reproductor de música se ha acabado. Las
sirenas policiales inundan los oídos del protagonista, y los nuestros, los
espectadores. Una vez más, la realidad le recuerda a Ulises que su hogar ya no
existe, o que al menos, ya no volverá a ser igual.
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Hay muchas cosas que podríamos analizar en cuanto a este final. Una interpretación personal, pero que considero bastante certera, es que por mucho que Ulises evite el cambio, cosa que intenta hacer durante toda la película, es imposible mantener una misma personalidad durante toda la vida. ¿Recuerdan que mencioné que nuestro entorno es lo que forma nuestra identidad? Ya sea el contexto socio-político, las amistades, o la familia. Pues el entorno está en constante evolución, en constante movimiento. Y nosotros no estamos exentos. Y Ulises tampoco, ni Monterrey. Por eso, incluso aunque se sienta un final amargo, es un final realista. El protagonista volvió, sí, pero él ya no es lo que era al comienzo de la película, a pesar de haberse resistido al cambio a lo largo de la misma. Y la forma en la que se nos enseña esto, es con el nuevo peinado del personaje, el cuál se ve más maduro, pero menos llamativo, no es ni la sombra de lo que era antes. Y ni siquiera su música lo acompaña, tan solo el incesante ruido de las sirenas, dándole la bienvenida a su nuevo hogar.
El cine mexicano, ¿en decadencia?
Ahora, saliendo un poco del análisis de la película, siento la imperiosa necesidad de hablar un poco sobre el conflicto que sucedió con
el cine mexicano recientemente, cuando diputados del gobierno tuvieron la
intención de eliminar el Fondo de Inversión y Estímulos al Cine (o Fidecine).
Esto al final no sucedió gracias a la oposición no solo del público en general,
sino de importantes figuras del cine mexicano como Guillermo del Toro, quien
por obvias razones se mostró en contra de esta propuesta.
Por fuentes de diversas páginas y grupos que sigo, tengo
entendido que algunos piensan que la industria del cine mexicano va en
decadencia debido a que utilizan constantemente una fórmula repetitiva de
comedias románticas, como el caso de No Manches Frida u otras películas del
estilo. Pero lo cierto es que el cine en México tiene muchísimo potencial y
producciones como ésta lo demuestran. Y, si vamos al caso, varios de los
mejores directores de la actualidad son mexicanos, ya sea Iñárritu, Cuarón o el
mencionado Guillermo del Toro. Sin ir más lejos, en el 2018 se estrenó Roma,
otra película que, similar a esta, que retrata un lado de la sociedad
marginalizado, pero desde otro punto de vista, y con características muy
diferentes. Sin embargo, ambas hacen una exploración de personaje excepcional.
Además, la actriz Yalitza Aparicio tampoco tenía formación profesional hasta la
película dirigida por Cuarón (y llegó hasta la nominación al Oscar).
Por ende, y como podemos ver, México tiene muchísimas historias que contar. Y no narradas por héroes y heroínas fantásticas que salvan al mundo, sino historias de gente común, gente como lo puedo ser yo, quien escribe esta humilde reseña. Gente que podemos encontrar caminando por la calle, que creemos que son pasajeras, poco importantes, y que sin embargo han vivido sus propias historias que también son dignas de contar y de tener su representación en el cine. Gente como Yalitza, o como Juan Daniel García Treviño. Gente como tú, o gente como yo. Todos tenemos historia.
Gracias por leer la segunda parte de este quizás demasiado extenso análisis. El próximo post estaremos dejando de lado el tema cinematográfico para adentrarnos en las historias más misteriosas e inexplicables fuera de la ficción. Esperamos que lo disfruten, y que hayan aprendido algo nuevo.
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