- Artista: Diego Velázquez
- Año: 1656
- Técnica: Óleo sobre lienzo
- Medidas: 3,18m x 2,76m
- Localización: Museo del Prado
El color, la luz y el movimiento pasan a ser
los elementos principales en este estilo; la perspectiva, el volumen y la
profundidad se consiguen mayormente con los contrastes de luz y de tonalidades
del color. Además, con la iluminación se lograba resaltar los elementos más
importantes del cuadro, matizar colores, definir el ambiente de la escena. El
claroscuro y la iluminación violenta con respecto a los objetos que no están iluminados
darÃa lugar a lo que luego se llamarÃa tenebrismo.
En el barroco se priorizan las lÃneas curvas y
diagonales, que, junto al juego con la iluminación, las perspectivas extrañas y
volúmenes asimétricos, se intentaba transmitir la sensación de movimiento. En
esta época se consigue también un gran nivel de realismo, pero sin la
idealización que presentaba el renacentismo.
En el caso de Velázquez sus obras no eran excesivamente dinámicas, pero poseÃa otras caracterÃsticas del barroco, como sus complicadas formas geométricas y el uso del claroscuro, la búsqueda del realismo y la profundidad.
Análisis formal del cuadro
El cuadro posee una perspectiva aérea y pueden
diferenciarse tres planos, que se van degradando a medida que la iluminación
desaparece, haciendo que en la parte superior del cuadro predominen las manchas difuminadas, mientras que Margarita se ve perfectamente, y muy iluminada. Al
ser uno de los últimos trabajos del pintor, se ve una gran maestrÃa con el
pincel, donde usa unas pinceladas largas y demuestra una gran habilidad para el
retrato. La pintura parece tener dos focos de luz, la ventana a la derecha, y
la puerta del fondo. Sin embargo, para evitar el peso visual en este último, ubica
justo en frente a la figura del aposentador José Nieto y, no menos importante,
un espejo justo al lado, que tiene cierta iluminación propia y donde se ven la
figura de los reyes.
Presenta un trabajo excelente de profundidad junto con el manejo de la iluminación y el color.
Los personajes que aparecen en el cuadro son:
- Infanta Margarita: La infanta, una niña en
el momento de la realización de la pintura, es la figura principal. TenÃa unos
cinco años de edad y alrededor de ella gira toda la representación de Las
meninas.
- Isabel de Velasco: Hija de don Bernardino López de Ayala y Velasco, VIII conde de Fuensalida y gentilhombre de cámara de su Majestad. Es la menina que está en pie a la derecha, vestida con la falda o basquiña de guardainfante.
- MarÃa Agustina Sarmiento de Sotomayor: Hija del conde de Salvatierra y heredera del Ducado de Abrantes por vÃa de su madre, Catalina de Alencastre, que contraerÃa matrimonio más tarde con el conde de Peñaranda, grande de España. Es la otra menina, la situada a la izquierda.
- Mari Bárbola (MarÃa Bárbara AsquÃn): Entró en Palacio en 1651, año en que nació la infanta y la acompañaba siempre en su séquito, «con paga, raciones y cuatro libras de nieve durante el verano». Es la enana acondroplásica que vemos a la derecha.
- Nicolasito Pertusato: Enano de origen noble del Ducado de Milán que llegó a ser ayuda de cámara del rey y murió a los setenta y cinco años.
- Marcela de Ulloa: viuda de Diego de Peralta Portocarrero. Era la encargada de cuidar y vigilar a todas las doncellas que rodeaban a la infanta Margarita. Se encuentra en la pintura, representada con vestiduras de viuda y conversando con otro personaje.
- El personaje que yace al lado de Marcela de Ulloa, desconocido. Se lo menciona únicamente como un guardadamas
- José Nieto Velázquez: Era el aposentador de la reina, asà como el propio pintor lo era del rey. Sirvió en palacio hasta su fallecimiento. En la pintura queda situado en el fondo, en una puerta abierta por donde entra la luz exterior.
- Diego Velázquez: El autorretrato del pintor se encuentra de pie, delante de un gran lienzo y con la paleta y el pincel en sus manos y la llave de ayuda de cámara a la cintura. El emblema que luce en el pecho fue pintado posteriormente cuando, en 1658, fue admitido como caballero de la Orden de Santiago.
- Felipe IV y su esposa Mariana de Austria: Aparecen reflejados en un espejo, colocado en el centro y fondo del cuadro; parece indicar que es precisamente el retrato de los monarcas lo que estaba pintando Velázquez.
Lo primero que capta nuestra atención en el
cuadro, gracias a su posición central y el trabajo de iluminación, es la
Infanta Margarita. Luego, al fondo, notamos el espejo donde se encuentran las
figuras difuminadas del rey y la reina. A medida que recorremos los rostros,
nos damos cuenta de que seis de los nueve personajes parecen estar mirándonos,
dando la sensación de espontaneidad propia de una fotografÃa. Es como si la
gente dentro de la escena hubiese notado algo justo en ese momento, y apenas
tuvieron tiempo de girar sus cabezas hacia ese hecho.
Pero mientras más profundo analizamos, empezamos
a notar otras cosas. Por ejemplo, como todas las personas pueden agruparse en
parejas de dos, exceptuando a la princesa, y en grupos de tres incluyéndola. Estos
grupos ayudan a acentuar la profundidad del cuadro, además de guiar los ojos a
través de la escena. Y cuando nos fijamos en el fondo, notamos que los grandes
lienzos y las dos puertas con el espejo central, donde están los reyes, también
forman grupos de dos y tres, los cuales están alineados horizontalmente. Sumado
a eso, el espejo y la puerta poseen una iluminación similar que, juntándolos
con la princesa, también bañada en luz, nos genera tres focos de atención.
Si bien dos de estos focos son los reyes, y su hija, el tercer foco de atención se encuentra en una puerta trasera cuyo significado no queda claro, lo que ha llevado a debates sobre el sentido de estos focos de atención, y el cuadro en sà mismo. Por un lado, se piensa que el espejo nos pone en lugar de la realeza, ya que los reyes están parados más allá de la pintura, justo en el lugar donde nosotros mismos estamos mirando el cuadro. Pero lo extraño es que el punto de fuga del cuadro no se encuentra allÃ, sino en la puerta trasera iluminada; lo que hace que la perspectiva del cuadro no sea recta. El espejo no refleja directo a nosotros, si no diagonal, que como consecuencia provoca que el espejo se alinee directo con el lienzo.
Los cuadros en la parte de arriba son copias de dos pinturas de Peter Paul Rubens y de Jacob Jordaens, respectivamente.
“Minerva pegando a Aracné” obra del barroco inspirada en la historia sobre la competencia entre la Diosa Minerva y la mortal Aracné para comprobar quien hacÃa los mejores tejidos. |
“Apolo vencedor del pan”, obra también del barroco inspirada en la historia sobre la competencia de flauta entre Apolo y Marsias. |
Ambas pinturas representan contiendas entre
dioses y mortales sobre el tema de las artes, lo que empodera el mensaje sobre
el arte en sÃ, el cuál podrÃa ser el tema principal del cuadro. La
reivindicación de la pintura como un arte. Sin embargo, Velázquez parece
realizar un trabajo de auto perspectiva, retratándose a sà mismo realizando el
cuadro, como un espejo.
Reflexión personal
Personalmente y con mis escasos conocimientos
en cuanto a la cultura artÃstica, al menos actualmente, este es uno de mis
cuadros favoritos. Tiene un aura de nostalgia que se acentúa con el tenebrismo
y con el uso de una paleta de colores acres. La iluminación presenta tal
maestrÃa, no solo en sà misma, sino para la narración del cuadro. El uso de la
luz es una parte esencial del cine, y usualmente se ilumina con efusividad a
los personajes buenos, puros, amables. Los héroes. Dado el contexto histórico,
este no es tanto el caso, pues la justificación para iluminar a Margarita no es
su heroÃsmo o bondad. Podemos justificar que es por su pureza, dado que es una
niña, pero la razón que me parece más acertada, es por su estatus social. Ella
es de la realeza, poseÃa supuesta pureza en la sangre, tenÃa la posición más
alta posible. Y Velázquez nos lo sabe remarcar a la perfección, tanto que, si
no tuviéramos ni la más mÃnima idea de arte, o de historia, podemos descifrar
solo con una atenta mirada al lienzo que es la Infanta un personaje importante,
el más poderoso, y que todo lo demás que ocurre gira en torno a ella. Sus
únicos iguales, los únicos que poseen una iluminación propia, son los reyes.
Y, aun asÃ, aun cuando en la superficie el
cuadro no parece más que un retrato elitista más de la época, hay algo en él
que es intrigante. Quizás sea el misterioso lienzo que el pintor tiene dentro
de su propio cuadro, como una especie de “Inception” barroco. O tal vez es la
puerta iluminada del fondo, el punto de fuga, que parece invitarte a pasar y
explorar el resto del castillo. O también puede ser como pareciera que este
cuadro es un momento atemporal, como si el tiempo se hubiese congelado y ese
instante se arrancase de la lÃnea histórica solo para vivir eternamente en la
pared de un museo, y que solo algunos de los personajes llegaron a darse cuenta
de lo sucedido, teniendo tan solo unos segundos para poder girar su cabeza
hacia adelante, hacia nosotros, los espectadores.
En cuanto a su verdadero significado, no
descarto la idea de que sea una oda a la pintura, reivindicándola como una rama
del arte, en donde el pintor decide además agregar un autorretrato haciendo lo
que más amaba. ¿Cómo nos gustarÃa que se nos represente a través de la
historia, sino realizando la actividad que de verdad nos apasiona? Es una obra
donde no solo destacan los aspectos más técnicos, que domina perfectamente;
también pareciera querer contarnos una historia, la historia del dÃa a dÃa en
el palacio real. ¿Qué es lo que está pintando Velázquez? No podemos saberlo,
nunca podremos saberlo, aunque podemos suponer que es a los reyes a quienes
está retratando. Representa uno de los tantos misterios y simbolismos de esta
maravillosa pintura.
Lo cierto es que a dÃa de hoy este es uno de
los cuadros más bellos que he visto, pero dudo mucho que se quede con el primer
puesto. El arte es inmenso, y las personas cambiamos con el tiempo. No podemos
permitirnos vivir en ese instante atrapado como Las Meninas. En algunos años
puede que vuelva a ver este cuadro y ya no me guste, o quizás aun siga siendo
mi favorito. Puede que, como toda buena obra artÃstica, tenga un nuevo
significado para mi mientras yo crezco, y aprendo. Pero mientras tanto es esta
mi opinión sobre Las Meninas, de Diego Velázquez. ¡Gracias por leer!